Enseñanzas del Tao: El Hacha
El emisario regresó al palacio y reportó que había terminado su rutinaria tarea de transmitir mensajes a los reinados vecinos.
-“¡Excelente!” respondió el rey complacido.
“Durante tu viaje, ¿viste u oíste algo interesante?”
-“Sí su majestad. Hace algunos días en el reino de Ying me detuve en un lugar a comer algo y vi la más extraordinaria demostración de artes marciales”
El lugar estaba en remodelación, así que había muchos hombres por ahí. Uno de ellos, un viejo carpintero era un poco descuidado y tenía un poco de cal en su nariz, era una delgadísima capa de cal, tan delgada como el ala de una mariposa pero aún así se notaba. Pensé que simplemente se limpiaría la nariz, pero en vez de eso llamó a uno de los hombres y le dijo: “¡Hey!, ¿quieres poner en práctica tus habilidades?”
El robusto hombre dijo: “¡Seguro!” y se veía feliz cuando sacó su gran hacha y la mostró dándose vuelta y ondeándola para que todos la vieran. Yo vi esto pero no podía hacer nada más que preguntarme. “¿Que planean hacer estos tipos con tan atemorizante arma?”
Después de afilarla y ondearla varias veces el hombre preguntó al carpintero: “¿Listo?”
El carpintero sonrió y respondió: “cuando ustedes gusten”. El hombre parecía completamente cómodo y tranquilo, lo cual solo incrementaba mi confusión y curiosidad.
El masón se concentró y repentinamente ondeó el hacha frente a la cara del amigo. Yo salté, totalmente sorprendido porque pensé que seguramente cortaría su cabeza.
El carpintero no se movió para nada. El hacha pasó por enfrente de él. La cal se había ido pero su nariz estaba perfectamente sana. Su expresión era tranquila, su respiración era normal y él se veía tan relajado como antes.
-“¡No lo podía creer, su Majestad!, ¡nunca había visto tal despliegue de habilidad en el manejo del hacha!”
-“¡Increíble! Exclamó el rey. Encuentra al hombre y tráelo hasta mí. Yo debo verlo con mis propios ojos.
El emisario partió en su nueva misión. Regresó al mismo lugar en donde lo había conocido. Después de mucho esfuerzo, consiguió hablar con él y convencerlo de acompañarlo al palacio para ver al rey.
Tan pronto como llegaron al palacio, el emisario llevó al hombre ante él:
- “Tú debes ser el legendario maestro en el manejo del hacha”. Le dijo el rey - “he oído acerca de tu habilidad especial. Supe que eres capaz de quitar la delgada capa de cal de la nariz de un hombre sin tocarlo ni dañarlo, ¿es eso verdad?”
-“Así es su majestad, he practicado por años”
-“Excelente!, respondió el rey “quiero que me lo demuestres, si logras hacerlo yo te recompensaré de manera generosa”
- “Lo siento, su majestad pero no puedo hacerlo”.
-“¿Que dices? ¿Acaso no te interesa la recompensa?”
-“Si su majestad, pero es que solamente puedo hacerlo con mi compañero, el carpintero”
-“Oh, Ya veo, ¿porqué no lo dijiste antes? Es tan sencillo como mandarlo traer”
-“Eso no es posible, su majestad” – había una nota de infinita tristeza en la voz del hombre - “mi compañero ha muerto, y temo decirle que tal vez este acto se pierda para siempre”.
Una manera fácil de entender esto es pensar en el hacha como la palabra que usamos. Exactamente como un hacha bien afilada nuestras palabras tienen la capacidad de lastimar. Cuando entablamos una conversación con alguien es como si estuviera cada quién afilando un hacha. Un movimiento equivocado y podemos causarle una herida profunda a alguien o lastimarla en su orgullo, ofendemos inadvertidamente, o, tal vez, terminemos criticando a alguien sin haber tenido nunca la intención de hacerlo.
Las palabras significan cosas diferentes para diferentes personas en distintas situaciones y tiempos y la intención puede ser modificada por la tonalidad, gestos y expresiones faciales.
Este suceso especial tiene lugar cuando pasamos tiempo con buenos amigos y seres amados. En su presencia nos sentimos exentos de etiquetas sociales. Podemos hablar claramente y tener la certeza de que nuestras intenciones son perfectamente comprendidas. Exactamente como el hombre del hacha se sintió feliz y el carpintero se sintió tranquilo mientras que practicaban para Ia demostración. El mero hecho de esta tranquila comunicación y confianza, está por encima de todo.
Existen 3 ingredientes esenciales para lograr que suceda este milagro: La Afinidad, el tiempo y la confianza.
De la misma manera la confianza es el ingrediente más importante en la comunicación personal. Te dirán: “Está bien, comprendo, entiendo lo que me estás tratando de decir”. Y nos daremos cuenta de que es verdad por la maravillosa confianza que existe.
Si la otra parte no confía en nosotros, cada palabra que digamos será sospechosa y abierta a su interpretación negativa y nuestros intentos por explicar y clarificar solo agravarán el problema.
¿Qué pasaría si perdiéramos a estas personas especiales en nuestras vidas? ¿O si perdiéramos la afinidad y la confianza?
Si la otra parte no confía en nosotros, cada palabra que digamos será sospechosa y abierta a su interpretación negativa y nuestros intentos por explicar y clarificar solo agravarán el problema.
¿Qué pasaría si perdiéramos a estas personas especiales en nuestras vidas? ¿O si perdiéramos la afinidad y la confianza?
Exactamente como el hombre del hacha con la pérdida de su compañero experimentaríamos una pérdida y una tristeza infinita. Sería como un hueco en el corazón y podríamos darnos cuenta, demasiado tarde, de lo que felices éramos cuando no teníamos ese vacío. Y podríamos encontrarnos arrepintiéndonos de no haberlos apreciado.
Este es el último mensaje que Chuang Tzu desea transmitirnos a través de esta historia:
No esperemos a que sea demasiado tarde.
Dejémosles saber a nuestros seres amados (pareja, familiares, amigos) cómo nos sentimos, digámosles que tan felices somos de poder estar tan relajados y confortables en su presencia. Agradezcamos por haber sido nuestros compañeros de actos todos estos años, logrando resultados increíbles solo por el hecho de haberlo hecho juntos.
Si ellos no leen esta historia, no sabrán de qué les estamos hablando, pero está bien. Sabrán lo que intentamos expresarles y una vez más, seremos testigos del milagro de Tao.
Si ellos no leen esta historia, no sabrán de qué les estamos hablando, pero está bien. Sabrán lo que intentamos expresarles y una vez más, seremos testigos del milagro de Tao.
Enseñanzas del TAO -Análisis de autor desconocido
Siria Grandet- Consultora de Feng Shui Clásico y Astrología China (4 Pilares del Destino)
Vea estas Reflexiones:
Ensenanzas del tao: La cascada
Ensenanzas del tao: Un plato de arroz
Imprimir artículo
Imprimir artículo
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Agradezco su opinión para enriquecer esta entrada. Quedo a sus ordenes. ¡Gracias por acompañarme en este espacio!